La reserva natural de Soos

Arroyuelos rojizos de aguas ferruginosas, alimentados por los abundantes manantiales, embellecen aún más este paisaje natural abstracto, que tiene como música de fondo el rumor de los juncos y el suave silbido del fétido gas que emana de los hoyos en forma de embudo. Cuando al atardecer las tormentas y los aguaceros se adueñan de la cuenca de Cheb toda esta fantasía de colores desaparece. Los cristales de sal se disuelven de nuevo en el agua y el lodo se vuelve a convertir en lodo. Los cráteres gaseosos forman ahora sucias burbujas…